EL CACHORRO Y EL TIGRE
Un cachorro, perdido en la selva, vio
un tigre corriendo en su dirección. Comenzó entonces a pensar rápido, para ver
si se le ocurría alguna idea que le salvase del tigre.
Entonces vio unos huesos en el suelo y
comenzó a morderlos.
Cuando el tigre estaba casi para atacarle,
el cachorro dijo en alto:
- ¡Ah, este tigre que acabo de comer
estaba delicioso!
El tigre, entonces, paró bruscamente
y, muerto de miedo, dio media vuelta y huyó apavorado mientras pensaba para sí:
- ¡Menudo cachorro feroz! ¡Por poco me
come a mí también!
Un mono que había visto todo, fue
detrás del tigre y le contó cómo había sido engañado por el cachorro.
El tigre se puso furioso y dijo:
- ¡Maldito cachorro! ¡Ahora me la vas
a pagar!
El cachorro, entonces, vio que el
tigre se aproximaba rápidamente a por él con el mono sentado encima y pensó:
- ¡Ah, mono traidor! ¿Y qué hago
ahora?
Comenzó a pensar y de repente se le
ocurrió una idea: se puso de espaldas al tigre y cuando este llegó y estaba
preparado para darle el primer zarpazo, el cachorro dijo en voz alta:
- ¡Será perezoso el mono! ¡Hace una hora
que le mandé para que me trajese otro tigre y todavía no ha vuelto.
FIN
EL SABIO
Un
sabio, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. La gente no dio mucha
importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la
población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas y burlas
de los habitantes de la ciudad.
Un
día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y
mujeres empezó a insultarlo. En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se
acercó a ellos y los bendijo.
Uno de los hombres comentó:
-
"¿Es posible que, además, sea usted sordo? ¡Gritamos cosas horribles y
usted nos responde con bellas palabras!".
"Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que
tiene"
-Fue la respuesta del sabio.
"ASAMBLEA DE HERRAMIENTAS"
(APRENDIENDO A TRABAJAR EN EQUIPO)
Cuentan que en una carpintería hubo una extraña asamblea. Las herramientas se habían reunido para arreglar diferencias que no las dejaban trabajar.
El Martillo pretendió ejercer la presidencia de la reunión pero enseguida la asamblea le notificó que tenía que renunciar:
– No puedes presidir, Martillo – le dijo el portavoz de la asamblea.
– Haces demasiado ruido y te pasas todo el tiempo golpeando.
El Martillo aceptó su culpa pero propuso:
– Si yo no presido, pido que también sea expulsado el Tornillo puesto que siempre hay que darle muchas vueltas para que sirva para algo.
El Tornillo dijo que aceptaba su expulsión pero puso una condición:
– Si yo me voy, expulsad también a la Lija puesto que es muy áspera en su trato y siempre tiene fricciones en su trato con los demás.
La Lija dijo que no se iría a no ser que fuera expulsado el Metro. Afirmó:
– El Metro se pasa siempre el tiempo midiendo a los demás según su propia medida como si fuera el único perfecto.
Estando la reunión en tan delicado momento, apareció inesperadamente el Carpintero que se puso su delantal e inició su trabajo.
Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Trabajó la madera hasta acabar un mueble. Al acabar su trabajo se fue.
Cuando la carpintería volvió a quedar a solas, la asamblea reanudó la deliberación.
Fue entonces cuando el Serrucho, que aún no había tomado la palabra, habló:
– Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Son ellas las que nos hacen valiosos. Así que propongo que no nos centremos tanto en nuestros puntos débiles y que nos concentremos en la utilidad de nuestros puntos fuertes.
La asamblea valoró entonces que el Martillo era fuerte, el Tornillo unía y daba fuerza, la Lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el Metro era preciso y exacto.
Se sintieron un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.
FIN
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